
Película que me impresionó por su
sencillo y hermoso escenario, por cómo se cuenta la historia de una manera
simple, sin mayores artilugios y como toda historia de amor, tal vez una
historia de la cotidianidad. Adele, la pequeña Adele que se adentra en el amor
de la manera menos convencional, tal vez guiada por la curiosidad, descubre los
finos látigos de la confusión amor-carne, cosa que a mi parecer debe ser el
argumento principal de la película, mostrar el camino de descubrimiento de la
protagonista, pero al ser producto comercial se vende la idea del amor
imposible, de la traición y la del “erotismo” – lo pongo entre comillas porque
considero que este film no hay nada de eso, es más, se pasa a la pornografía – y
la vida de Adele se ve cortada, reducida a sus impulsos, aunque eso puede
resultar interesante, ver como el humano se ve llevado en muchas ocasiones por
los impulsos, por las confusiones que estos presentan a su poseedor. Adele, una
chica que se enamora de otra chica pero no abandona su gusto por el sexo
opuesto, entonces ¿amor y sexo van en caminos separados?

Los buenos momentos, la soledad inmidente, la dicha de los lugares ahora llenos de recuerdos.
Más allá de los aspectos técnicos
o de historia que nos presenta la historia para el público en general, podemos
destacar esos finos aspectos de la historia, y como dije antes, la historia es
una cosa que se cuenta en presencia del argumento del común, una historia que a
cualquiera puede pasar por un instante en su vida y ese instante es el que está
reproducido en ese film dirigido por
Abdellatif Kechiche en el año 2013.
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